Hoy en la 10° sesión de la Honorable Legislatura de Neuquén, la diputada Beatriz Kreitman de CCARI, realizó un sentido homenaje a quien fuera obispo de la provincia monseñor Jaime Francisco De Nevares, al conmemorarse el pasado lunes 26 de mayo, 19 años de su fallecimiento.
La legisladora recordó que fue el primer obispo de la diócesis
del Neuquén, creada en 1962 y expresó:
"El recuerdo de este prelado es ecuménico, todo un
mérito, sobre todo en el campo de las religiones en donde los sectarismos son
tan comunes y drásticos.
Su figura es transgeneracional, porque a medida que pasa el
tiempo, se agigantan su trayectoria, sus hechos, su entrega sin límites de
riesgos.
Son condiciones, las antes citadas, que sirven para darle
dimensión a un personaje.
No caben dudas, hoy, que Jaime De Nevares, es uno de los
grandes hombres de la historia neuquina, de tanta fuerza y trascendencia que
podemos decir con seguridad, que en muchos campos de la vida provinciana, hay
un antes y un después de su existencia.
A De Nevares hay que analizarlo en toda la amplitud de su
gestión pastoral en esta diócesis.
No se debe separar al obispo que trabajó por la
dignificación de los mapuches y los pobres; de aquel que se involucra en las
huelgas obreras; o que se plantó a los dictadores mas feroces; o aquel que se
animó a incursionar en la política, ganar sin hacer campaña una banca en la
Convención Nacional Constituyente de Santa Fe, en 1994; el que se fue de ese cuerpo reformador, por entender que todo venía acordado entre los líderes de
los grandes partidos políticos de entonces; el que se negó a darle
terminaciones lujosas al edificio de la Catedral.
Jaime De Nevares, fue todo eso y mucho más. Porque su figura
se rescata por los grandes hechos producidos o donde estuvo involucrado. Pero
se subalterniza en forma injusta el trabajo cotidiano, el ejemplo de todos los
días, que es en definitiva lo que se encarnó en un pueblo que lo recuerda y
hasta lo venera, sin retaceos..
El obispo se hizo cargo de la nueva diócesis, cuando todo por acá, y por todo el sur del país, era
pobreza, lejanía, desigualdades, carencias, injusticias. Hasta la propia
iglesia estaba resignada a ese estado de cosas porque los curas no se
caracterizaban, salvo excepciones, por esforzarse en estar al lado de los más
necesitados.
Don Jaime vino a patear el tablero. Impuso una labor
pastoral inmediata con una impronta que generó recelos y hasta temores en los
sectores más conservadores y les empezó a abrir ventanitas de esperanzas a los
sectores oprimidos que comenzaron a disfrutar la desconocida sensación de
sentirse escuchados, comprendidos, y hasta representados.
Joven aún, se animó a encarar con tozudez los duros caminos
y huellas que comunicaban precariamente los pueblos del interior; y cuando el
auto no avanzaba, no dudaba en caminar o montarse en el caballo que los
paisanos le acercaban. Así llegó a todos lados y obligó al poder político a
incorporar a la agenda, temas que no consideraba y hasta limitar los avances de
muchos hombres que ejercían el poder político, como si fueran los dueños de una
gran estancia.
Esa fue la base de su gestión o su carta de presentación o una especie de notificación a la sociedad
de lo que este hombre estaba proponiendo.
Luego, la historia lo puso como protagonista ante otros
hechos trascendentes, como su definitoria participación en las grandes huelgas
de las obras hicroeléctricas; su apoyo a la nacionalización de la entonces
Universidad del Neuquén; sus cruces con los dictadores de entonces, Onganía,
Levinsgton, Lanusse; y hasta sus enfrentamientos con otro hombre que hizo
historia, como fue Felipe Sapag.
Y resulta interesante analizar la coexistencia de estas
fuertes personalidades, con gran poder en sus respectivas jurisdicciones. Llamativamente,
también sus historias públicas en la nueva provincia patagónica, tuvieron
inicios casi coincidentes en el tiempo.
Sus historias corren paralelas y varias veces se cruzan,
colisionan, confrontan.
Pero los momentos más crueles de la Argentina, los encuentra
juntos, como en el período de la última dictadura, lo que es historia conocida.
Así como Felipe Sapag es definido como el arquitecto de la
provincia del Neuquén, desde sus varias gestiones gubernamentales iniciadas en
1963, De Nevares debe ser considerado el que modeló el espíritu rebelde,
reivindicador de justicia y emblema de los derechos humanos, en el concepto más
amplio.
Uno y otro, cada uno con su impronta y sus responsabilidades
públicas, merecen el reconocimiento de los neuquinos. El señor Sapag, ya tiene
su monumento, que es la alegoría conque los pueblos reconocen a las personas
destacadas. Con Don Jaime, estamos en deuda, al menos aquí, en la ciudad
capital.
No olvido su arriesgada actuación desde 1975/76, cuando la
violencia se apoderó del país y el pensar diferente a quienes dominaban era un
pasaje hacia la muerte o la desaparición. entre tantas obras su inmediata y
decisiva actuación irrumpiendo en la sexta brigada, salvo a vida de los
maestros del Malleo secuestrados por la dictadura.
Jaime De Nevares es una figura emblemática, no caben dudas.
Sus enseñanzas se encararon en la Iglesia y en los pueblos y constituyen un
legado que debemos respetar y profundizar, para hacer mejor a una sociedad
plagada de contradicciones, de hipocresías, pero también de grandes gestos y
actitudes".
Es una figura ecuménica, convocante, orientadora, con la que
debemos reencontrarnos permanentemente para avanzar en la cancelación de deudas pendientes, como son la pobreza,
las injusticias en diversas formas, la dominación de sectores e individuos a
partir del aberrante clientelismo, la corrupción que malversa recursos públicos
y degrada conductas sociales, el respeto del ambiente, todas cuestiones que por fortuna los obispos
actuales siguen atacando, ahora con el gran paraguas rector que en la misma
línea está levantando el Papa Francisco I
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