miércoles, 21 de mayo de 2014

HOMENAJE A DE NEVARES


Hoy en la 10° sesión de la Honorable Legislatura de Neuquén, la diputada Beatriz Kreitman de CCARI, realizó un sentido homenaje a quien fuera obispo de la provincia monseñor Jaime Francisco De Nevares, al conmemorarse el pasado lunes 26 de mayo, 19 años de su fallecimiento.




La legisladora recordó que fue el primer obispo de la diócesis del Neuquén, creada en 1962 y expresó:
"El recuerdo de este prelado es ecuménico, todo un mérito, sobre todo en el campo de las religiones en donde los sectarismos son tan comunes y drásticos.
Su figura es transgeneracional, porque a medida que pasa el tiempo, se agigantan su trayectoria, sus hechos, su entrega sin límites de riesgos.
Son condiciones, las antes citadas, que sirven para darle dimensión a un personaje.
No caben dudas, hoy, que Jaime De Nevares, es uno de los grandes hombres de la historia neuquina, de tanta fuerza y trascendencia que podemos decir con seguridad, que en muchos campos de la vida provinciana, hay un antes y un después de su existencia.
A De Nevares hay que analizarlo en toda la amplitud de su gestión pastoral en esta diócesis.
No se debe separar al obispo que trabajó por la dignificación de los mapuches y los pobres; de aquel que se involucra en las huelgas obreras; o que se plantó a los dictadores mas feroces; o aquel que se animó a incursionar en la política, ganar sin hacer campaña una banca en la Convención Nacional Constituyente de Santa Fe, en 1994; el que se fue de ese cuerpo reformador, por entender que todo venía acordado entre los líderes de los grandes partidos políticos de entonces; el que se negó a darle terminaciones lujosas al edificio de la Catedral.
Jaime De Nevares, fue todo eso y mucho más. Porque su figura se rescata por los grandes hechos producidos o donde estuvo involucrado. Pero se subalterniza en forma injusta el trabajo cotidiano, el ejemplo de todos los días, que es en definitiva lo que se encarnó en un pueblo que lo recuerda y hasta lo venera, sin retaceos..
El obispo se hizo cargo de la nueva diócesis, cuando  todo por acá, y por todo el sur del país, era pobreza, lejanía, desigualdades, carencias, injusticias. Hasta la propia iglesia estaba resignada a ese estado de cosas porque los curas no se caracterizaban, salvo excepciones, por esforzarse en estar al lado de los más necesitados.
Don Jaime vino a patear el tablero. Impuso una labor pastoral inmediata con una impronta que generó recelos y hasta temores en los sectores más conservadores y les empezó a abrir ventanitas de esperanzas a los sectores oprimidos que comenzaron a disfrutar la desconocida sensación de sentirse escuchados, comprendidos, y hasta representados.
Joven aún, se animó a encarar con tozudez los duros caminos y huellas que comunicaban precariamente los pueblos del interior; y cuando el auto no avanzaba, no dudaba en caminar o montarse en el caballo que los paisanos le acercaban. Así llegó a todos lados y obligó al poder político a incorporar a la agenda, temas que no consideraba y hasta limitar los avances de muchos hombres que ejercían el poder político, como si fueran los dueños de una gran estancia.
Esa fue la base de su gestión o su carta de presentación  o una especie de notificación a la sociedad de lo que este hombre estaba proponiendo.
Luego, la historia lo puso como protagonista ante otros hechos trascendentes, como su definitoria participación en las grandes huelgas de las obras hicroeléctricas; su apoyo a la nacionalización de la entonces Universidad del Neuquén; sus cruces con los dictadores de entonces, Onganía, Levinsgton, Lanusse; y hasta sus enfrentamientos con otro hombre que hizo historia, como fue Felipe Sapag.
Y resulta interesante analizar la coexistencia de estas fuertes personalidades, con gran poder en sus respectivas jurisdicciones. Llamativamente, también sus historias públicas en la nueva provincia patagónica, tuvieron inicios casi coincidentes en el tiempo.
Sus historias corren paralelas y varias veces se cruzan, colisionan, confrontan.
Pero los momentos más crueles de la Argentina, los encuentra juntos, como en el período de la última dictadura, lo que es historia conocida.
Así como Felipe Sapag es definido como el arquitecto de la provincia del Neuquén, desde sus varias gestiones gubernamentales iniciadas en 1963, De Nevares debe ser considerado el que modeló el espíritu rebelde, reivindicador de justicia y emblema de los derechos humanos, en el concepto más amplio.
Uno y otro, cada uno con su impronta y sus responsabilidades públicas, merecen el reconocimiento de los neuquinos. El señor Sapag, ya tiene su monumento, que es la alegoría conque los pueblos reconocen a las personas destacadas. Con Don Jaime, estamos en deuda, al menos aquí, en la ciudad capital.
No olvido su arriesgada actuación desde 1975/76, cuando la violencia se apoderó del país y el pensar diferente a quienes dominaban era un pasaje hacia la muerte o la desaparición. entre tantas obras su inmediata y decisiva actuación irrumpiendo en la sexta brigada, salvo a vida de los maestros del Malleo secuestrados por la dictadura.
Jaime De Nevares es una figura emblemática, no caben dudas. Sus enseñanzas se encararon en la Iglesia y en los pueblos y constituyen un legado que debemos respetar y profundizar, para hacer mejor a una sociedad plagada de contradicciones, de hipocresías, pero también de grandes gestos y actitudes".
Es una figura ecuménica, convocante, orientadora, con la que debemos reencontrarnos permanentemente para avanzar en la cancelación  de deudas pendientes, como son la pobreza, las injusticias en diversas formas, la dominación de sectores e individuos a partir del aberrante clientelismo, la corrupción que malversa recursos públicos y degrada conductas sociales, el respeto del ambiente,  todas cuestiones que por fortuna los obispos actuales siguen atacando, ahora con el gran paraguas rector que en la misma línea está levantando el Papa Francisco I


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